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Como por Santo Tomás (el Apóstol) se acostumbra a pagar las rentas de las casas y heredades, los inquilinos suelen estar muy apurados ese día. A unos ferrones (obreros de ferrerías), estando en esta apretura por unas fiestas de Santo Tomás, se les ocurrió que desde luego tenían que empezar a ahorrar dinero. Para esto, juzgando necesario dejar el uso del vino, resolvieron ser en adelante aguados. El primero que entre ellos hiciese mención del vino tenía por multa una arroba de habas.

Una vez, estando los ferrones, como de costumbre, comiendo habas al mediodía, uno de entre ellos, el laminador, no podía comer sin vino, y quería decir de alguna manera las ganas que tenía de beberlo; y no queriendo mencionar su nombre, de esta manera expresó su deseo:

- ¡Ah, muchachos! Esto con aquéllo no nos vendría mal.

El maestro, después, añadió:

- ¿Esto con aquéllo? Que vaya el cocinero con la bota.

De entonces adelante siguieron bebiendo vino, y por las fiestas de Santo Tomás iban a casa sin dinero.

Mariano Iriondo, de Alzola (Elgoibar).

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