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Los aezkoanos, cuando se reunían en junta vecinal, nunca se ponían acordes. Un día resolvieron enviar a Pamplona a alguien de entre ellos y pedir allí consejo a un sabio. Para ello eligieron a Yoanes, el de Iriarte. Se fue y encontró a un estudiante junto a la puerta de Pamplona y le preguntó:

-¿Qué hacéis?

-Quisiéramos algo para gobernar a los del valle de Aezkoa.

-Venid conmigo, y yo os daré la Verdad y la Fe. Con éstos fácilmente os pondréis de mutuo acuerdo.

Llevó a Yoanes a la posada y algo le trajo allí en dos pucheros, cubriéndolos de pergamino.

-He aquí, Yoanes, lo que hay que hacer con esto. No abras estos pucheros en el camino, pues tienen cosa viva. Tres que son jefes en aquella Junta metan dos dedos cada uno dentro de los pucheros, sin descubrirlos del todo y chupando lo de dentro.

Cuando se juntaron en la casa de vecinos, allí estaban ya para entonces los dos pucheros: la Verdad y la Fe, sobre una mesa. Como dijo el comisionado, se pusieron de pie tres que eran jefes, y también se acercaron uno tras otro a la mesa. Y cuando metieron los dedos y chuparon el contenido, uno dijo:

-Es m...

El otro:

-Así es: es m...

El tercero (Yoanes) el de Iriarte:

-La Verdad y la Fe: es así.

Referido por el párroco de Iriberri (Aezkoa) don Martín Arotzarena. 

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